miércoles, 15 de agosto de 2007

La Virgen


LA VIRGEN


(Escrito el día 15 de agosto de 2007, día de la virgen de agosto con música de Wim Mertens de fondo)


Tu abuelo era un artesano de barrio, con un taller pequeñito, casi un tabuco, abierto en una bocacalle de los Carabancheles, cuando las relaciones entre los vecinos todavía eran de hablarse ganándole al tiempo la vida diaria y que daba como resultado pintorescas partidas de ajedrez a la sombra, en plena acera de los comerciantes a la espera de clientes, en las primeras horas de las tardes.

El resultado de aquella forma de vivir era un ambiente laboral con un tejido humano entrelazado, donde la palabra dada y la amistad eran moneda de curso legal y muchas transacciones comerciales estaban basadas en la mutua confianza.

Lo que te voy a relatar fue el resultado de una de esas atípicas transacciones comerciales de tu abuelo en la que me vi inmerso.

Estábamos a primeros de agosto, acabado el curso, de vacaciones y con no mas de 19 años cuando mi padre me dijo: Rafael como no estas haciendo ahora nada, con la furgoneta (mi padre se había comprado su primer coche una furgoneta dos caballos) vas a llevar a Mengano a su pueblo en Valencia, que tiene que llevar una imagen que le han encargado.

El tal Mengano era y digo era porque por la edad ya debe haberse muerto, un escultor imaginero que tenia su taller dos bocacalles mas abajo del de mi padre, en una amplia nave tipo almacén, un tanto bohemio con su diván para echarse un rato y todo, en las paredes bocetos colgando, algunas obras de diversos tamaños y materiales terminadas, distribuidas al buen tun- tun, entre otras varias inconclusas sobre los bancos de trabajo.

Lo que tenia que transportar era al escultor y a su obra, una virgen, la patrona de su pueblo, que se la había encargado hacer la cofradía de la “Hijas de Maria” local.
La talla era un busto, con un hermoso rostro con melena morena y un tanto racial, casi agitanada, ensamblado en un armazón de madera que simulaba el cuerpo y las piernas y donde se articulaban los brazos desmontables, para poder vestirla.

La embalamos con unas mantas para transportarla, protegiéndola lo mas posible la cabeza, con lo que logramos transformarla en una especie de momia, que montamos como pudimos en la furgoneta, la dos caballos no era muy larga y la moza media 1,60, con lo que para poder cerrar las puertas, tuvimos que apoyar su cabeza entre los asientos delanteros.

Y así emprendimos el viaje un caluroso día a principios del ferragosto madrileño, a no mas de 90 por hora de media (la muerta pesaba lo suyo y la dos caballos superaba los cien solo cuesta abajo o con viento favorable de cola), así que cada hora parábamos a refrescarnos, los climatizadores y aires acondicionados eran aun entelequias futuras y las dos ventanillas abiertas no eran suficiente para el calor de la estepa manchega, los civiles todavía no habían cogido la manía de hacer soplar a la gente y coincidíamos con ellos bebiendo en todas las paradas, que mediante cervecitas y cubatas procurábamos refrescarnos.

Pasado Requena a Mengano le comenzaron a hacer efecto los cubatas y se le soltó la lengua, yo le iba dando conversación, procurando enterarme de las características de su oficio, del que me parecía milagroso poder sacar aquellas fotografías tridimensionales teniendo como base un tronco de madera, y como herramientas sus ojos y sus manos empuñando las gubias y la maza. La verdad es que Mengano era un buen escultor, lo que yo había visto en el taller era hermoso y la cara de la imagen que transportábamos tenia encanto. Durante todo el camino, no había dejado de decirme que a los del pueblo les iba a encantar, no había querido mandarles ni siquiera una foto para que la vieran, quería que el día de la fiesta fuera una sorpresa, y que les enamorara con su rostro y no porque la imagen la hubiera realizado un hijo del pueblo y que a el le causaría siempre un gran placer mirar a aquella imagen entronizada tras el altar mayor en la parroquia.

Le alabe la belleza de la imagen y le pregunte que si era igual a la imagen que iba a sustituir.
-No, la que hay ahora es una imagen de escayola barata, prácticamente de serie, que se puso después de la guerra para sustituir a la que quemaron los rojos, muchas de las obras que realizo las tengo que sacar con la imaginación, pero cuando hay un encargo bien pagado como este, ya es diferente, contrate a una modelo, y en una semana posando hice el trabajo, con la convivencia en esos días y un poco mas de dinero, me la tire en el diván y chico: ¡Que polvo!. Dijo acariciando con su mano la cabeza que sobresalía entre nosotros.


La Granja a 15/8/2007
Rafael Roldán