Ayer volví a esta tierra de nieves, desde el lugar en que nací y donde sentí nacer también el nuevo año; la única Villa del mundo que ha levantado un monumento al demonio.
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Nací en el mes de Vendimiador según el calendario ateo de la Comuna de París, y este hecho, como por arte natural, debe de dar sus frutos, su vendimia. Esta vendimia, una vez madurada y trabajada convenientemente, da sus caldos con diferentes graduaciones, aromas, colores y olores, en el mejor de los casos y en el peor, una amplia variedad de vinagres.
1 comentario:
Parece ser que también en Austria hay otro monumento al ángel convertido en diablo. En todo caso, está bien; estamos hartos de tantos angelitos gorditos como nos ponen en estas fechas.
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